Primera parte
Recuerdo vagamente que en varias oportunidades colegas preocupados, por teléfono, me comentaban.
“Hola Dr. tengo un gato que se arrastra de atrás, vos tenes idea que puede ser”?
Mis comentarios eran nombrar varias patologías que cursan con parálisis del tren posterior: trombosis, linfoma de medula espinal y la más común era seguro que algún animal lo atacó o lo pisaron con un auto o algún caballo. Sin embargo siempre tenía la sensación que no los dejaba muy convencidos con esos diagnósticos, sobre todo cuando les decía que era un PIF (peritonitis infecciosa felina en su forma neurológica), que es bastante común en los gatos que frecuento de ver en mi clínica.
Pero un día paso algo más, algo que a veces cambian muchas cosas, una mujer muy preocupada me llamó por teléfono comentándome que era De san Antonio de Areco y que tenía cinco de sus gatos que se los veía seriamente con problemas del tren posterior, que había uno de ellos que literalmente estaba paralítico, y que ya uno de los 9 gatos que tenía en la quinta se había muerto con esos mismos síntomas.
Eso me alertó y mucho, ya PIF no era porque son enfermedades que se dan aisladamente, linfoma menos, trombosis lo mismo, tiene que ser una enfermedad que ataque al mismo tiempo varios gatos ¿infecciosa? ¿Tóxica?.
La mujer vino con su gata evidentemente sin fuerzas en las patas y realmente hubiese sido muy bueno filmar mi cara de sorprendido y las de mis residentes que me miraban atónitos como diciendo “¿Usted Paludi que es el que sabe ¿qué es esto? Y mi cara de póker, tratando de disimular mi absoluta ignorancia.
Lo primero que pensé es que venía de una zona rural, eso me daba una ventaja al haberme criado en un medio rural, tengo un conocimiento bastante general de cosas que suceden , cosas que hay, posibilidades de comidas tóxicas, tuve la gran ventaja de poder realizar varias conjeturas y posibles cosas que estuviesen sucediendo. Tenían sembrado un campo al lado de la casa con soja, por lo que mi primera impresión fue pensando en la aspiración o el consumo de insecticidas sistémicos, plaguicidas o herbicidas. Aunque no me cerraba, consulté un neurólogo amigo Marcelo Álvarez de la FCV de UNicen (un capo y un amigazo) y el me comentó que análisis debería buscar para sospechar de un ataque al sistema nervioso a través de la medición de ciertos parámetros, y apuntamos allí…
La gata empeoraba y los compañeros también, placas radiográficas, ecografías, análisis de sangre específicos…todo bien, apetito normal sin ningún indicio, todo se complicaba y aun no teníamos ni una pista…
La mujer llamaba y sólo lo que le decíamos eran supuestos, el gato que habíamos visto ya estaba en condiciones malísimas lo que fuese que era avanzaba y calculábamos que por lo que nos decían de casos anteriores una vez que se llegaba al nervio frénico (diafragma) al no poder respirar la muerte era inminente pero por asfixia, algo que es impensado, una muerte absolutamente en conciencia…. Horrible.
Hasta que se me prendió la lamparita, hice lo que siempre digo que hay que hacer a mis alumnos, conocer donde llegan los límites de cada uno, saber que uno no puede saber de todo, y por supuesto a un colega amigo como lo es el Dr. Fernando Pelegrino, que es un neurólogo de prestigio mundial y por sobre todo un gran tipo.
Él se prestó a escuchar mi relato pormenorizado y me dijo “mirá en un congreso escuche un caso similar, podría ser una parasitosis, porque no te fijas por ese lado”? Eureka dije yo al menos tenemos una pista, buscamos bibliografía, el sospechoso ahora era un parasito nematode llamado Gurltia Paralisans. La bibliografía era pobrísima, descripciones aisladas de un caso en Colombia y otro en Chile, pero sin muchos datos y en forma aislada. No se sabía absolutamente nada de este misterioso parasito salvo de su existencia y algunos datos anecdóticos.
Me dirigí entonces a la cátedra de patología de la Facultad de ciencias veterinarias de la UBA y me contacté con otro tipazo como lo es el Dr. Leonardo Minatel, le comenté la situación y la sospecha que teníamos de una parasitosis, con el entusiasmo que siempre muestran los amantes de la profesión. Congeniamos un plan estratégico, le preguntamos a la dueña del gato que vi y lamentablemente estaba agonizando, por lo que con el consentimiento de la dueña decidimos sacrificarla y utilizar los protocolos que están establecidos en estas cuestiones donde los animales más afectados deben sacrificarse muy a pesar nuestro, porque esto no es hacienda pero teníamos la necesidad de saber que era y además salvar a los otros gatos de la familia.
Ese día decidimos, realizar las pruebas y dejé el gato en la cátedra, bueno ya está pensé, ya corrí bastante, espero que tengamos alguna idea al menos si no es este parasito, que era muy improbable , tendríamos una idea más formal de donde estábamos parados. La histopatología, es a veces la única herramienta diagnóstica “Esperemos” pensé-
Al medio día de ese mismo día, absolutamente olvidado del tema en mis quehaceres en la clínica, suena el teléfono y me dice que era de la cátedra de Patología. Salí corriendo a atender y era Leonardo, que con una voz muy particular entre emoción y alegría me comenta: “Es un parásito, es el Gurltia”” ,no puedo reproducir mucho esa conversación, estábamos los dos muy emocionados, habíamos descubierto Gurltia en el país.
De Allí en más las cosas fueron una serie de historias llenas de alegrías, curiosidades y también de baches que contaré en la próxima edición de la revista Mundo Mascota. Les contaré de la suerte de los hermanos del gatito que falleció, a que conclusión llegamos y como hoy por hoy se salvan cientos de gatos gracias al primer tratamiento eficaz contra la cura de esta enfermedad que también desarrollamos, que lejos está de ser rara sino más bien hemos descubierto zonas endémicas y necesitamos que todos los veterinarios y los propietarios de mascotas en ciertos medios conozcan esta enfermedad y como se puede prevenir.
Hoy sólo les quiero contar como a veces se llegan a estos descubrimientos, no son casualidades, es la pasión que le pone uno al trabajo y saber con quién cuenta. Con los años que uno pasa en esto, tiene en los dedos de las manos, contada la gente confiable que aparece en los momentos que uno los necesita, no son momentos de luminosidad ni momentos que a uno un meteorito le pega en la cabeza, es sólo trabajo y pasión puesta en función de un objetivo.
Escribí tres libros, tengo tres hijos, planté muchos árboles, me faltaba descubrir una enfermedad en mi país, ya cumplí con mi parte en este mundo………..aunque aún tengo un poco más de rosca.
MV Dr. Alejandro Paludi