En ciudades provincianas y ciertos barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se observan perros de raza o mestizos deambulando libremente sin el acompañamiento de persona alguna. Hay quienes expresan que es consecuencia del menor poder adquisitivo en la sociedad, ese podría ser uno de los motivos, pero solo uno; echarlos a la calle se debe a la desidia, falta de educación, de conciencia social y de responsabilidad de quienes los tuvieron a su cargo. No me veo a mi misma o a mi familia haciéndolo independientemente de lo que suceda, los perros y gatos de casa son parte de nuestra vida y ni la falta de dinero o problemas que pudieran causar sus comportamientos desencadenarían esa decisión; gracias a Dios este sentir es compartido por muchos otros en nuestra querida Argentina.
Para algunos la calle es su hogar y se desenvuelven solos, otros dependen de lo que le brindan vecinos de la cuadra, el perro comunitario carece de hogar verdadero y grupo estable lo que le genera falta de bienestar, lo somete a riesgos innecesarios y favorece que se los generen a otros; son frecuentes las mordeduras por quienes pasan por el lugar, considerado por ellos su territorio, caminando o en bicicleta.
Algunos de los “vagabundos” conviven con personas que abren la puerta a la mañana para que salgan de recorrida por las calles, sin controlar si ingieren sustancias que puedan intoxicarlos o enfermarlos, sin prever que al perseguir vehículos puedan causar accidentes automovilísticos, también morder y lesionar a terceros (personas, perros, gatos) o reproducirse si no están esterilizados aumentando aún más la población canina en la vía pública. Así, algunos de sus hijos crecerán, se reproducirán, ocasionarán nuevos perjuicios perpetuando este círculo vicioso y transformando el problema en una bola de nieve que se agiganta día a día y es muy difícil de detener.
La falta de responsabilidad en la tenencia de animales de compañía llevó al aumento de patologías que ya habían sido controladas en la población canina y felina mediante la vacunación y desparasitación, entre otras moquillo, parvovirosis, leptospirosis, leucemia felina, sarna, pulgas, e incluso rabia, enfermedad zoonótica mortal para el perro, el gato y la gente.
Si el animal tiene parásitos intestinales elimina sus huevos junto a las heces que deposita por doquier, no recoger la materia fecal en forma inmediata facilita que estos huevos maduren y contaminen el ambiente, arriesgando la salud de niños, adultos y congéneres, ya que muchos de ellos se transmiten de animales al hombre.
Por lo tanto, el aumento de animales callejeros es un tema de la salud pública, y la salud de la población se paga con el dinero aportado por los contribuyentes por medio de impuestos.
Hay países que cuentan con leyes de tenencia responsable que llevan a que el abandono de estos seres indefensos sea considerado maltrato y sea sancionado con elevadas multas y la inhabilitación para tener otro animal. En Argentina aún falta mucho por hacer, la identificación de perros y gatos permitiría encontrar a quien debe hacerse responsable de ellos y cubrir los daños que puedan ocasionar.
Algunos callejeros ingresan a refugios y pueden ser entregados en adopción, pero pocas veces se tiene en cuenta que muchos de ellos fueron excluidos de sus casas por sus malos comportamientos, principal causa de eutanasia y abandono en el mundo. Estos problemas de conducta deben ser resueltos antes de que sean entregados en adopción para asegurar su permanencia en el hogar en detrimento de un nuevo abandono. Lamentablemente no son muchos los adoptantes que antes de decidir deshacerse del perro o gato buscan el asesoramiento del médico veterinario para, a partir del diagnóstico y tratamiento adecuado, ayudarlo a recuperar su salud emocional.
Además el perro que por necesidad aprende a valerse por si mismo poco a poco deja de ser doméstico. El correr del tiempo y las circunstancias que enfrenta a diario modifica su comportamiento gradualmente y, por pertenecer a una especie social, se reúne con otros de su misma condición formando jaurías que se alimentan de la caza, y cuyos cachorros ya no están socializados con el hombre y son más temerarios y agresivos, favoreciendo los peligrosos ataques a personas y animales que son noticia habitual en medios de comunicación masiva.
Los malos comportamientos que observo más frecuentemente en el consultorio de medicina comportamental en perros antes callejeros, son ladridos, gemidos o aullidos, y roturas al quedar solos en la casa; actividad en exceso y destructividad; agresividad hacia quienes ingresan a la vivienda, a los niños o a otros perros y gatos de la casa o en la vía pública; miedos excesivos por diferentes causas, agresividad hacia sus tutores después de un tiempo de habitar en el hogar, gran excitabilidad durante los paseos en la vía pública que los lleva a abalanzarse ferozmente hacia autos, motos, bicicletas y a quienes pasan cerca de él; falta de higiene en el hogar, etc… En los gatos miedos, agresividad, arañado de diferentes superficies y falta de limpieza.
Es usual ver en la calle a personas ofreciendo para adopción a perros y gatos cachorros o adultos, y es frecuente que quienes pasan a su lado se detengan a observarlos, acariciarlos, o elegirlos para integrar su familia en una decisión apresurada; esto último hace que me pregunte si ese animal permanecerá en el hogar o nuevamente será abandonado si la convivencia con él no resulta lo esperado.
Perros vagabundeando por la calle hay por doquier, se los ve en diferentes pueblos y ciudades de extensión y recursos diversos. Unos sin enfermedades físicas aparentes, otros rengos, con signos claros de sarna, heridas y muchas pulgas; algunos despreocupados y disfrutando su vida de perro, otros con esa mirada que nos oprime el corazón y nos invita a llevarlos a casa sin medir las consecuencias.
A la hora de decidir su ingreso al grupo familiar hay que ser fríos y pensar bien los beneficios y dificultades que puede acarrear. A pesar del primer impulso, no es recomendable adoptar un animal sin meditarlo seriamente ya que, salvo que sea muy viejito o enferme, será un compañero de aventuras durante muchos años; y es necesario que todos los miembros de la familia estén de acuerdo en incorporarlo para que él no sea un motivo de discordia y altere la tranquilidad del hogar. También hay que prever la necesidad de espacio, la conducta de otros perros y gatos de la casa, y que su llegada implicará gastos de dinero en salud y manutención que estarán directamente relacionados con su tamaño de adulto y que deberán ser afrontados.
Ser un tutor bueno y responsable no es una tarea sencilla aunque sin duda él lo retribuirá con creces con su lealtad y amor incondicional.
Si presenta un comportamiento problemático, consultar al médico veterinario para su diagnóstico y tratamiento lo ayudará a recuperar su bienestar, siempre con el acompañamiento de quien lo tiene a su cargo que debe estar dispuesto a dedicarle tiempo para arribar a un final feliz, evitando los malos tratos que favorecen la instalación de más miedos, ansiedad y agresividad.
Abandonarlo a su suerte no es ni será nunca una opción aceptable en un hombre de bien.
Dra. Silvia I. N. Vai
M. V. UBA., Especialista en Clínica Médica de pequeños animales, FCV UBA
Re certificada Especialista en Etología clínica en perros y gatos, CPMV
Diplomada en Etología Clínica caninos y felinos CEMV
Responsable de la Unidad de Etología Clínica, Hospital Escuela FCV UBA
vaisilvia@yahoo.com.ar
011-4701-4366 https://silviavai.blogspot.com