El ladrido del perro, sobre todo si vive en un edificio de departamentos, genera serios conflictos entre vecinos.
Muchos de mis pacientes, llegaron a la consulta etológica por esta causa.
Sus propietarios habían recibido en diferentes oportunidades cartas documento, denuncias en la policía e incluso notas con amenazas de muerte para el animal.
Los ejemplos de este problema de conducta son variados:
“Luna”, es una hembra mestiza de 18 Kg y 4 años de edad, el motivo de la consulta es que ladra agresivamente a su propietaria adolescente cuando ella desea retirarse de la computadora o acercarse al sillón adonde Luna descansa. Si su dueña no detiene la marcha gruñe y finalmente muerde y lesiona las piernas.
También ladra en forma descontrolada cuando escucha el ascensor o la llegada de los vecinos a su hogar. Nunca obedece la orden de callarse y permanecer tranquila.
“Flaco”, un caniche toy de 4 años, ladra incesantemente cuando se queda solo en la casa aunque sea muy poco tiempo; y en forma amenazante cuando sus propietarios no respetan sus exigencias. Durante la consulta ladró sin descanso haciendo que la situación se tornara insostenible.
“Kevin”, un collie de 5 años, ladra durante horas en un patio de pequeñas dimensiones.
“Mafalda” una golden retriever de un año, lo hace si es dejada en el amplio balcón terraza. Además arremete contra los ventanales con todas sus fuerzas y en dos oportunidades rompió el vidrio y se provocó heridas serias.
Otro ejemplo de gran ladrador es “Nike”, un mestizo de 6 años y 18 Kg de peso, que sube a una silla para mirar, a través de la ventana, hacia la calle desde el primer piso. Desde esa posición ladra y gruñe a los perros que caminan por la vereda opuesta al edificio, y en forma mucho más descontrolada y agresiva si son caniches blancos.
“Kaila”, una hembra labrador retriever de 2 años, ladra incansablemente cuando “Luz” la mestiza de 4 años con quien convive no desea jugar más. Ante el reto del propietario lo enfrenta ladrando agresivamente con postura erguida, pelos del dorso parados, cola hacia arriba y dientes descubiertos, actitud que a él le produce mucho temor.
“Lino”, es un Boston terrier de 3 años, que ladra sin parar si la dueña conversa por teléfono o con alguien en la calle, también si durante el paseo se detiene a mirar vidrieras. Si llegan visitas al hogar sus ladridos son insoportables, en consecuencia ya casi no reciben a nadie en casa.
También está el ejemplo de “Candy”, una hembra beagle de dos años, que ladra cuando las visitas se paran por cualquier motivo y no se detiene hasta que nuevamente se sientan, esto imposibilita a los dueños a recibirlas hasta altas horas de la noche porque este comportamiento genera muchas quejas de los copropietarios.
Y el caso de “Brisa”, una hembra ovejero alemán viejita que duerme muy poco, camina constantemente y ladra día y noche en forma monótona.
Podría seguir enumerando ejemplos indefinidamente de perros de distintos sexo, tamaño, edad y raza que presentan ladrido excesivo. Como pudo observarse el motivo de este comportamiento es variado.
Puede deberse a que el perro busca defenderse o imponerse por medio de él; porque está sufriendo al quedarse solo ya que la ausencia de su dueño le genera ansiedad; porque es anciano y no se ubica en el tiempo y el espacio…
Puede ladrar si lo hacen perros vecinos, o cuando invita al juego a un compañero del grupo integrando así un comportamiento social…
Puede ser un comportamiento reforzado por el propietario, ya que a muchos les interesa que su perro ladre frente a determinadas situaciones, si escucha ruidos extraños o descubre desconocidos rondando por los alrededores. Si es así, la acción debe reforzarse en las situaciones mencionadas, pero también debe detener el ladrido frente a la orden de su dueño.
Cuando no es excesivo puede ser un comportamiento normal pero indeseable para convivir en una ciudad superpoblada como Buenos Aires, pero si el perro ladra en exceso es un signo de diferentes enfermedades de conducta.
Para solucionar definitivamente el ladrido excesivo, que como expresé es solo un signo clínico, es importante encontrar su origen, como en cualquier otro problema de comportamiento. Para esto es necesario consultar al médico veterinario, realizar el examen clínico etológico, llegar al diagnóstico y determinar el tratamiento más adecuado para ese animal.
Hoy está de moda y lamentablemente muy difundido la utilización de los collares antiladrido. Estos dispositivos no atacan la causa del mal comportamiento, y en el caso de los eléctricos muchas veces generan dolor y quemaduras de distinto grado en el cuello, generando así miedo y más ansiedad, lo que a su vez lleva a mayor ladrido.
El buen comportamiento es signo de salud y bienestar. El ladrido si es excesivo nos está diciendo algo porque este mal comportamiento es un indicador de malestar en el animal.
Si es así ayudémoslo a mejorarse, no a temernos. Un perro que se comporta bien es un compañero de vida sin igual.
Dra. Silvia I. N. Vai
M. V., Especialista en Etología de Caninos y Felinos CPMV
Integrante de Unidad de Etología Clínica, Hospital Escuela F. C. V., U. B. A.
vaisilvia@yahoo.com.ar
011-4701-4366
https://silviavai.blogspot.com